Caregre

El caregre

Nombre científico: Picramnia antidesma subsp. fessonia  

Familia botánica: Picramniaceae

El caregre es uno de esos arbolitos que era muy frecuente en el Valle Central, a principios y mediados del siglo pasado, cuando San José era una pequeña ciudad, y estaba rodeada de zonas boscosas, las cuales lo resguardaban bajo su dosel. Es una especie nativa desde México hasta Colombia y se le puede encontrar entre los 500 y 1500 m de elevación, especialmente en sitios con una humedad más constante en el año, y se le encuentra naturalmente a orillas de zonas boscosas o dentro de charrales y bosques secundarios.

Al caregre se le puede considerar desde un arbusto hasta un árbol pequeño, ya que dependiendo en donde crezca, podrá tener entre 1 y 5 m de altura; con una copa redonda gracias a sus muchas ramas largas y delgadas, las cuales dependiendo del espacio libre que las rodee pueden crecer muy verticales o, por el contrario, tender más a ser bajas e inclinadas a los lados. La corteza es gris claro y cubierta por grandes lenticelas café oscuro y muy prominentes; y en las ramitas más jóvenes suele observarse una ligera pubescencia.

Las hojas son imparipinnadas, alternas y están formadas por entre 11 y 19 foliolos, de color verde brillante por ambos lados, borde entero y forma lanceolada y textura gruesa, que para algunos es más como acartonada. El raquis es pubescente y estriado.

Una de las mayores características del caregre son sus llamativos racimos colgantes de flores y frutos, que nacen en la base de las hojas (axilares) o al final de las ramitas (terminales), los cuales se presentan gran parte del año, son muy evidentes.

Las flores son muy pequeñas, con pétalos poco visibles, pubescentes, de color amarillento y nacen muy pegadas al eje central del racimo, por lo que en conjunto y gracias a que sobresalen los estambres, se tiene la impresión de que es un cordón o una guirnalda de finas fibras. Ellas pueden ser femeninas o masculinas, ambas presentes en la misma planta, pero en racimos separados. Las masculinas se presentan en racimos colgantes de entre 30, 50 o casi 70 cm de largo y pueden tener entre 30 a 100 flores en cada uno, mientras que los racimos de flores femeninas son más pequeños, entre 10 y 30 cm de largo, con 25 a 50 flores. Las abejas y otros pequeños insectos las ubican fácilmente, por lo que constantemente las están visitando.

Los frutos son bayas carnosas de forma ovalada y como de 1 cm de largo, los cuales en su proceso de maduración pasan de un tono amarillo claro a anaranjado para terminar en un color rojo intenso muy brillante, que les permite a los pájaros ubicarlos a varios metros de distancia, especialmente si está dentro de un bosquete. Y aunque la especie no lo planeó, esta mezcla de colores en un solo racimo de frutos, lo hace muy ornamental, e igualmente cuando los frutos están totalmente rojos, que hacen un contraste muy intenso con el verde de las hojas.

De ahí que el caregre se esté ganando un lugar entre las especies utilizadas en parques, aceras, jardines, aunque no sean muy grandes e inclusive se pueden mantener en macetas grandes en interiores con muy buena iluminación. Lo único que requiere es una poda de vez en cuando para mantener la forma y un tamaño adecuado.

Cada fruto posee de 2 a 3 semillas muy fáciles de germinar, inclusive sin tratamientos pregerminativos.

Además de su uso como alimento de aves y como ornamental, el caregre se emplea en medicina popular, en la restauración de ecosistemas, como colorante natural.

El nombre caregre aparentemente es un nombre indígena y en otros países se le conoce como amargocito, bola de cuiche, brasilete bastardo, brasilete falso, cafecillo, cáscara amarga, cáscara amarga, chancaquilla, chilillo, chilitecuahuit, colorín, amargocito, frijolillo, jobillo, mata papalota, picramnie de la Jamaique quaternaire, reján, rosarillo, sartalillo, tal-té y xiapohohuic.

El género Picramnia tiene su origen en los términos griegos “pikros” amargo y “amnios” envase, refiriéndose a la corteza que es muy amarga, mientras que antidesma proviene, también del griego “anti” en contra y “desmos” mucha fibra, en alusión a que la corteza es muy fibrosa.