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Araucaria araucana

Araucaria araucana - Araucaria araucana -

Descripción de la especie

Araucaria araucana

Nombre científico: Araucaria araucana

Familia: Araucariaceae

La araucaria araucana es una especie endémica de la región sur de Chile y Argentina, que ha sido designada como emblemática, por su larga historia y relación directa con los pueblos originarios de esa región, como son los mapuches y los neuquinos; los que la aprecian por sus semillas comestibles. Estos pueblos la consideran como un árbol sagrado, en el que se centra la esencia misma de sus bosques. De ahí que en 1990 Chile lo designó como “Árbol Nacional”, e igualmente Neuquén en Argentina, lo declararon como símbolo, y se le ha incluido en el escudo de la región, al igual que en el de algunas regiones de Chile. Para muchos la araucaria araucana es considerada como todo un símbolo representativo de los bosques australes.

Actualmente, es una especie protegida por su peligro de extinción y ha sido incluida en los apéndices de la UICN, quedando totalmente prohibida su corta y aprovechamiento.

La araucaria araucana puede crecer desde los 600 hasta los 1700 m de altitud, en lugares con suelos volcánicos y arcillosos, con buen drenaje; en donde crecerá lentamente y podrá llegar a vivir unos 1000 años o más.

Se caracteriza por llegar a crecer unos 50 m de alto y desarrollar un tronco grueso de entre 1.5 y 2 m de diámetro; muy recto y limpio, ya que su pequeña copa se desarrolla en la parte alta, como una especie de penacho. Aunque cabe mencionar que cuando los árboles son jóvenes y especialmente si crecen solos y a pleno sol, su copa es de forma piramidal, inclusive las ramas se desarrollan desde poca distancia del suelo.

La copa está formada por largas ramas principales, se curvan ligeramente hacia arriba en la punta y están distribuidas en forma verticilada en el tronco. De ellas nacen ramas secundarias que se cubren totalmente por pequeñas hojas sésiles, verde brillante, de unos 4 cm de largo, duras y lisas. Al ver las ramitas con detenimiento se puede notar la llamativa forma de escama de las hojas, las cuales al ser muy duras punzan al tocarlas, lo que es una eficiente arma de defensa ante los depredadores.

Tanto la forma de las ramas como de las hojitas, le permiten al árbol soportar las nevadas sin problema, ya que la nieve no logra acumularse en la copa. De igual manera, la gruesa y rugosa corteza del tronco, le permite crear una especie de aislante ante el frío, así como contra los incendios forestales, que son tan comunes en su zona natal.

La araucaria araucana es una especie dioica, es decir, posee flores masculinas y femeninas en árboles diferentes, por lo que se necesitan ambos especímenes para tener frutos y semillas. Cabe indicar que, en este caso, no son flores realmente lo que se producen, sino unas estructuras llamadas conos que dentro poseen las células reproductivas.

Los conos masculinos, ubicados en la punta de las ramitas, son de color café claro, delgados y con forma cilíndrica, de unos 10 cm de largo y están formados por una serie de pequeñas escamas, entre las cuales se acumula el polen, de ahí que sea fácil que se libere con el viento al pasar por las ramitas.

Los conos femeninos son esféricos, de unos 18 cm de diámetro en promedio, de color verde y están formados por muchas escamas muy duras y punzantes, entre las cuales se desarrollarán las semillas. Estos conos también se desarrollan en la punta de las ramas en donde pueden recibir el polen que trae el viento, luego de haber pasado por los árboles macho. Luego de la polinización, los conos femeninos se tornarán leñosos y de color café, lo cual le lleva aproximadamente 1.5 años. Dentro de cada fruto puede haber casi 200 semillas.

Un detalle interesante es que, en condición natural, solo los árboles más altos y con más de 25 años aproximadamente, son los que producen conos.

Las semillas de la araucaria araucana se conocen como piñones, son alargadas, de unos 5 cm de largo, con forma como de cono, con uno de sus extremos muy delgado y alargado, el cual termina en punta. Este extremo delgado es de color oscuro, mientras que el resto de la semilla es de color café claro.

A diferencia de las semillas de otras araucarias, no poseen alas que les ayuden a diseminarse y llegar a sitios más lejanos, por lo que es común encontrarlas bajo el árbol, una vez abierto el fruto.

La araucaria araucana se reproduce por medio de semillas, las cuales deben ser sembradas casi de inmediato, porque pierden muy rápido la viabilidad y se pueden dejar un par de días en agua para suavizar la cáscara. También se emplean los brotes de raíz para reproducirla, así como esquejes e injertos.

La madera, conocida comercialmente también como sawari o chawari es una madera de color amarillento, semidura con un peso específico de 0.55 a 0.60 g/cm3, con la fibra recta, el grano fino y resistente a los hongos. Es una madera de excelente calidad para construcción, carpintería, tableros, chapas, contrachapados, pisos, pilares, marcos de ventanas, muebles, embalajes, techos, pulpa para papel y leña. En el pasado los troncos se utilizaron como mástiles de barcos.

En la medicina popular se emplea la resina del tronco para tratar úlceras y dolores de cabeza, pero uno de los mayores usos que se le han dado a la araucaria araucana, es como fuente de alimento, específicamente sus semillas o piñones. Ellas son muy buscadas por aves, pequeños mamíferos y por supuesto por muchas personas, que las valoran como una excelente fuente nutricional, energética y ricos en fibra y en un tipo de almidón de fácil digestión que no engorda.

Los piñones se ponen a secar, para luego comerlas directamente o emplearlas en diversos platos, ya sean cocidos como verduras, molidas para hacer harinas, escabeches, aderezos, licores, como semillas en repostería y pastelería, postres, etc.

El valor que le dan las comunidades Mapuches a los piñones, se reafirma con la leyenda de cuando el Dios Nguenechén, creador de los mapuches, bajó a la tierra y les dio los piñones para que no murieran de hambre, en un momento en donde no había nada que comer. Esta leyenda fue tomada del sitio Fondo de olla:

“Desde siempre Nguenechén hizo crecer el pehuén en grandes bosques, pero al principio las tribus que habitaban eses tierras no comían los piñones porque creían que eran venenosos. Al pehuén o araucaria lo consideraban árbol sagrado y lo veneraban rezando a su sombra, ofreciéndole regalos: carne, sangre, humo, y hasta conversaban con él y le confesaban sus malas acciones. Los frutos los dejaban en el piso sin utilizarlos

Pero ocurrió que en toda la comarca hubo unos años de gran escasez de alimentos y pasaban mucha hambre, muriéndose especialmente niños y ancianos. Ante esta situación, los jóvenes marcharon lejos en busca de comestibles: bulbos de amancay, hierbas, bayas, raíces y carne de animales silvestres. Pero todos volvían con las manos vacías, pareciendo que Dios no escuchaba el clamor de su pueblo y la gente se seguía muriendo de hambre.

Pero, Nguenechén no los abandonó, y sucedió que cuando uno de los jóvenes volvía desalentado se encontró con un anciano de larga barba blanca.

– ¿Qué buscas, hijo? – le preguntó – Algún alimento para mis hermanos de la tribu que se mueren de hambre. Pero por desgracia no he encontrado nada. – Y tantos piñones que ves en el piso bajo los pehuenes, ¿no son comestibles? – Los frutos del árbol sagrado son venenosos abuelo – contestó el joven. – Hijo, de ahora en adelante los recibiréis de alimento como un don de Nguenechén. Hervidlos para que se ablanden o tostadlos al fuego y tendréis un manjar delicioso. Haced buen acopio, guardadlos en sitios subterráneos y tendréis comida todo el invierno.

Dicho esto desapareció el anciano. El joven, siguiendo su consejo, recogió gran cantidad de piñones y los llevó al cacique de la tribu explicándole lo sucedido. Enseguida reunieron a todos y el jefe contó lo acaecido hablándoles así: – Nguenechén ha bajado a la tierra para salvarnos. Seguiremos sus consejos y nos alimentaremos con el fruto del árbol sagrado que solo a él pertenece. Enseguida comieron en abundancia piñones hervidos o tostados, haciendo una gran fiesta. Desde entonces desapareció la escasez y todos los años cosechaban grandes cantidades de piñones que guardaban bajo tierra, y se mantenían frescos durante mucho tiempo. Aprendieron también a fabricar con los piñones el chahuí, una bebida fermentada.

Cada día, al amanecer, con un piñón en la mano o una ramita de pehuén, rezan mirando al sol: A ti de debemos nuestra vida y te rogamos a ti, el grande, a ti, nuestro padre, que no dejes morir a los pehuenes. Deben propagarse como se propagan nuestros descendientes, cuya vida te pertenece, como te pertenecen los árboles sagrados”

Actualmente, estas semillas son muy cotizadas, lo que ha generado una alta demanda no solo para autoconsumo, sino por parte de restaurantes y similares, lo que limita la reproducción natural de la especie. Esta situación, el cambio climático y una enfermedad fúngica (Phytophthor lateralis) están afectando negativamente la sobrevivencia de la especie, por lo que se están dedicando esfuerzos en protegerla legalmente.

En otros países se conoce a la araucaria araucana como: araucaria chilena, araucaria de Chile, araucaria espinuda, araucaria imbrincada, araucaria patagónica, araucaria, araucarua de Neuquén, cola de macaco, désespoir des singes, monkey-puzzle tree, pehuén, pewén, pino araucano, pino araucaria, pino chileno, pino de brazos y piñonero.

Como curiosidad, el nombre de monkey tanto en inglés como en francés, hace referencia a un comentario hecho en 1850 en Inglaterra, en donde se mencionó que la forma de la araucaria era tan extraña que hasta un mono se confundiría, sería como un acertijo o un rompecabezas.

Etimológicamente, Araucaria le fue dado en honor a su lugar de origen, Arauco y araucana igualmente hace referencia a la misma región.

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