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Borojó

El borojó - Borojoa patinoi -

Descripción de la especie

Borojó

Nombre científico: Borojoa patinoi

Familia: Rubiaceae

El borojó es un pequeño árbol nativo del Pacífico Central y Sur de Costa Rica y se extiende por Panamá, Colombia y Ecuador.  Es considerado como una especie muy rústica, que crece en lugares húmedos, con alta humedad relativa, suelos malos y ligeramente ácidos, pero con buen drenaje; aunque puede soportar inundaciones cortas. Si permanece mucho tiempo en condiciones de suelos saturados, se le pudren las raíces y se vuelcan fácilmente.

Se le encuentra en la costa Pacífica desde el nivel del mar hasta los 800 m de elevación aproximadamente, en sitios protegidos de los vientos, y a la media sombra. En condiciones naturales puede vivir entre 10 y 15 años, pero con buen manejo puede vivir entre 30 y 50 años. En el litoral Pacífico Colombiano se le observa en sistemas agroforestales o en los patios de las casas de familias campesinas, junto a otros árboles y cultivos, en un sistema similar al del cacao (Theobroma cacao).

Es un árbol que puede llegar a crecer entre 3 y 5 m de alto y posee un tronco corto y delgado, ramificado desde abajo, con ramas largas, delgadas y muy flexibles. La corteza es de color café oscuro y se desprende en tiras duras. Algunas veces, en los árboles muy viejos, las ramas llegan a fusionarse lo que les da un tronco muy torneado y ornamental.

La copa es pequeña, pudiendo tener unos 3 m de diámetro y está formada por ramas delgadas y grandes hojas simples opuestas y decusadas, de forma lanceolada, de color verde oscuro intenso y más claras por detrás, con el borde entero y la nervadura muy prominente, que le da una superficie abultada. Las hojitas nuevas son rosadas y colgantes, lo que le da a la copa un aspecto muy ornamental. Acompañando a las hojas hay dos estípulas opuestas y de textura coriácea, que se caen con facilidad.

El borojó es una especie dioicas, es decir, hay árboles masculinos y árboles femeninos, y lo único que los diferencia son sus flores, lo que es un problema a la hora de plantar los arbolitos, porque solo los árboles hembra darán frutos. Las flores masculinas nacen en pequeños ramos de hasta 20 unidades; cada una de ellas es pequeña y de color crema, formada por 6 pétalos delgados que, algunas veces, tienden a curvarse en la punta hacia atrás, dándoles una apariencia como de hélice.

Las flores femeninas son grandes y poseen entre 8 y 10 pétalos de color crema, y con un ovario engrosado en forma de barril muy evidente. Son solitarias y están en la punta de las ramitas al igual que las masculinas. Ambas al ser muy aromáticas atraen abejas y mariposas.

El fruto es redondo de unos 10 cm de diámetro, carnoso y muy aromático, con el remanente de la corola en su extremo, recordando a las granadas reales. La cáscara es lisa y muy delgada, que pasa de color verde a marrón al madurar, no sin antes llenarse de manchas oscuras, dando la impresión de que está enfermo, pero es una tonalidad totalmente superficial.  Cada fruto puede llegar a pesar entre 500 gr y 1 kilo, siendo su densa pulpa de sabor ácido y textura pegajosa, la responsable de dicho peso, abarcando casi el 88% de este.

Los árboles de borojó inician la producción de frutos a los 3 años, si es reproducido por semilla y a los 18 meses si es por medios asexuales. Al inicio darán unos 10 frutos y conforme van pasando los años, van aumentando la producción, hasta llegar a dar alrededor de unos 25, teniendo presente que hay algunos años de muy baja producción porque los árboles presentan alternancia, es decir habrá años muy buenos y otros malos. Lo que se podría percibir como que el árbol hace un receso en la producción para descansar. Durante todo el año se pueden obtener frutos, con picos de producción a final y principio de año.

Los frutos se desarrollan en la punta de las ramitas, por lo que al crecer producen que la misma se doble por el peso, de ahí que queden colgando, siendo esto por lo que se le conoce en su zona de origen en Colombia, como “cabezas colgantes”.

Cabe señalar que los frutos tardan en madurar entre 9 y 12 meses y deben recolectarse del suelo, al poco tiempo de caer, para que no se dañen y serán estos los que ya estarán totalmente maduros y con todas sus propiedades bien consolidadas. Si se tomaran directamente del árbol, su valor nutricional y medicinal será muy pobre, y esto es uno de los problemas que enfrentan los productores en Colombia, ante la demanda de los compradores que los tientan con comprárselos aún verdes y después madurarlos a la fuerza en cámaras especiales, ofreciendo frutos de muy baja calidad al consumidor.

Por fruto puede haber entre 60 y 640 semillas, de color café claro a amarillento, testa dura, ligeramente rugosa, aplastadas y de forma no uniforme, puede haber semillas ovaladas o hasta triangulares.

El borojó se reproduce por medio de semillas, las cuales tardan en germinar entre 20 días y 2 meses, también se puede reproducir por medio de acodos, estacones e injertos, tomados de árboles hembra, para reducir la incidencia de árboles macho. Los estacones deben ser tomados de ramas maduras de unos 2 o 3 años y que deben tener unos 30 cm de largo, siendo ideal que sean de ramas ya productoras. Por su parte los injertos con yemas de árboles hembra, son un medio ideal para convertir árboles macho en hembras. Se debe tener presente que siempre debe haber algunos árboles macho, para lograr la fecundación, de ahí que en plantaciones productivas se diga que un 10% de los árboles deben ser macho.

El borojó es una especie de gran importancia para muchas comunidades y personas que han sabido aprovechar las reconocidas propiedades nutricionales y medicinales de sus frutos, desde épocas ancestrales.  La pulpa es rica en proteínas, vitamina C, ácido ascórbico, niacina (vitamina B), riboflavina (vitamina B2), tiamina (vitamina B), calcio, fósforo, hierro, magnesio, sodio, sílice, manganeso, boro, cromo, carotenos, aminoácidos entre ellos el triptófano, lisina, cistina, fenilamina, ácido glutámico glicina, arginina y valina. Además de metabolitos secundarios como triterpenos, fenoles, flavonoides y taninos, entre muchos otros compuestos y elementos importantes.

La pulpa se emplea en la elaboración de postres, compotas para niños, mermeladas, jaleas, helados, chicha, dulces, frutas deshidratadas, vinos, salsas para carnes y harinas. Pero uno de los usos más llamativos son las bebidas o jugos de amor, que son reconocidas popularmente por sus características afrodisiacas. Las semillas tostadas y molidas se emplean para preparar una bebida similar a un café descafeinado, ya que únicamente posee un 0,205 % de cafeína.

En términos medicinales, la utilización del borojó se pierde en las páginas de la historia, en donde se le ha utilizado como un reconocido energizante, para bajar la presión alta, controlar la diabetes, contrarrestar la desnutrición, la caída del cabello, como emplasto en el tratamiento de golpes, torceduras, la celulitis y los problemas de los riñones; así como para reducir los calores de menopausia aplicándolo en la piel como mascarilla. Posee propiedades antianémicas, antimicrobianas, tónicas y cicatrizantes.  Los nativos del Darién en Panamá, lo han cultivado desde siempre y valoran mucho sus frutos, porque les ayuda a mantenerse con energía al realizar largas caminatas bajo el sol y en condiciones extremas.

Actualmente, también se le puede encontrar en productos de belleza como champús, mascarilla, cremas y pastas deshidratadas, entre otros.

El borojó está íntimamente relacionado con los pueblos nativos de su lugar de origen, en donde en un inicio lo empleaban para embalsamar a los muertos y como iniciación de los jóvenes al entrar a la pubertad, e inclusive hoy en día se mantienen esas tradiciones en algunos lugares.

En regiones como Lloró, municipio de Chocó en Colombia, el borojó se ha desarrollado muy unido a las comunidades, las cuales no solo lo mantienen incorporado en sus patios como árbol frutal para consumo doméstico, sino que muchos se han organizado para producirlo comercialmente. La importancia que las comunidades le dan al borojó es tal, que le han dedicado canciones, poesías y hasta un festival.

Otros nombres con los que se conoce al borojó son borojó pichí, coclesito, fruto cabezón y puruí, aunque ellos son de uso muy local.

El nombre borojó tiene su origen en la región del Chocó en Colombia, en donde los emberá lo llamaban “fruta de cabeza”, boro cabeza, ne-jo fruto, de donde nace el género Borojoa. Y patinoi le fue dado en honor al botánico Manuel Patiño, quien fue el primero en recolectar muestras del borojó para su identificación taxonómica.

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