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Descripción de la especie
El roble
Nombre científico: Quercus bumelioides (sinónimo Quercus copeyensis)
Familia botánica: Fagaceae
El roble es uno de esos árboles mágicos y llenos de misterio y mitología, reconocido en todo el mundo a través de la historia misma y reverenciados por culturales ancestrales como los Celtas. Quien no ha perdido el aliento al encontrarse frente a frente con uno de estos majestuosos representantes de los bosques de altura.
El roble es una especie nativa de Costa Rica y Panamá, crece en bosques húmedos y siempre verdes ubicados en las partes altas de las cordilleras, entre los 1700 a 3000 m de altitud, en donde puede formar rodales puros ya que no es exigente en cuanto a suelos, de ahí que no posea problemas para desarrollarse bien en suelos pobres, muy ácidos, pero con buen drenaje.
De gran tamaño, que fácilmente puede superar los 30 m de altura, inclusive superando a todos los demás árboles del dosel, por lo que de lejos es fácil ubicarlos especialmente cuando se viaja por la carretera Interamericana Sur. Pero al ser una especie de crecimiento muy lento requiere de muchísimos años para desarrollarse, por lo que aquellos árboles que tengan más de 1 m de diámetro o 1,5 m perfectamente pueden tener 150 a 200 años. Su corpulento tronco presenta gambas no muy grandes en la base que le ayudan a mantener la estabilidad, está cubierto por una corteza grisácea que se desprende en forma de largas placas y conforme el árbol envejece se va haciendo más gruesa y más fisurada, Por lo general siempre está lleno de cientos de plantas epífitas, bromelias, musgo y líquenes, gracias a las propias condiciones de humedad imperantes.
Las gruesas ramas que se presentan en la parte alta del tronco, le permiten al árbol tener un fuste muy limpio por muchos metros y junto con una copa muy compacta y redondeada ofrecen una arquitectura particular de fácil identificación. Sus hojas brillantes son simples alternas y se agrupan al final de las ramitas en forma espiralada, en donde junto con muchas estípulas y yemas de crecimiento permiten identificar en forma rápida a este grupo de árboles. Al ser una especie monoica presenta sus flores femeninas de color blanquecino en pequeños racimos de unos 5 cm de largo y las masculinas, que son de un tono más verdoso, aparecen en racimos un poco más largos. Los frutos llamados bellotas o nueces, son muy reconocidos por tener una especie de canastita en donde está montada una gran semilla de color café brillante y de forma ovalada.
Los árboles no presentan floración anual, sino que la misma aparece cada 2 o 3 años durante los meses de setiembre a mayo y durante abril a diciembre lucirán los llamativos frutos, que madurarán de agosto en adelante. Las semillas poseen una alta capacidad de germinación la que se pierde rápidamente si se almacenan; los arbolitos que crecen en la base de los árboles pueden ser trasplantados fácilmente con muy buenos resultados, pero necesitan de ciertas condiciones de sombra y luz para desarrollarse adecuadamente, de hecho, en condiciones naturales pueden permanecer casi del mismo tamaño por mucho tiempo esperando a que se abra un claro y haya una buena entrada de luz que detone su crecimiento.
La madera es de color gris pardo sin mayor diferencia entre la albura y el duramen; es muy dura con un peso específico de 0.71, de fibra recta, textura media y lustre regular, por lo que es reconocida por su alta calidad. Tradicionalmente se ha utilizado para fabricar toneles o barriles para añejar vino porque le da un sabor inigualable al mismo, además por su resistencia se usa en postes, vigas, partes de barcos, durmientes, pisos, parquet, muelles, mangos de herramientas, tablillas, y como elementos de decoración en construcciones. Resiste al desgaste y se obtienen taninos para curtir cueros, así como para leña.
Pero el papel más importante que ha jugado, fuera de su importancia ecológica, ha sido la en la fabricación de carbón, actividad que durante décadas consumió miles de árboles, especialmente en la zona de la Carretera Interamericana, luego de su apertura, lo que ocasionó la drástica reducción de sus poblaciones. Según estimaciones del CATIE en un lapso de 30 años aproximadamente (1940 a 1972) se cortaron 374.000 árboles, para producir 300.000 kg de carbón semanales, equivalente al aprovechamiento de unas 120-300 ha de bosque por año. Esta actividad se redujo mucho con la creación de algunas Reservas Nacionales que fueron establecidas en esa zona.